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Superar la crisis y volver a relanzar la empresa

Tras semanas inmersas en el control sanitario de la pandemia, la activación de medidas extraordinarias por parte de la Administración (laborales, financieras, fiscales, mercantiles...) y el establecimiento de ciertas actuaciones de choque en las empresas encaminadas a mitigar los primeros impactos derivadas de ésta, toca ahora encarar el futuro con la esperanza de poder relanzar la actividad económica y con ella recuperar el estado de bienestar. Nunca en la historia reciente se había vivido una situación igual, de tal impacto y virulencia en tan poco espacio de tiempo. La magnitud del reto al que nos enfrentamos hace que la anticipación, el espíritu analítico y la visión a largo plazo (en un escenario de gran incertidumbre) se conviertan en actitudes esenciales que todo gestor debe asumir para afrontar la salida de esta crisis.

 

Las empresas retoman su actividad al ralentí. En parte obligadas por medidas organizativas de los protocolos de seguridad, pero especialmente por la disminución de la demanda y la contracción de la cartera de pedidos (según encuestas recientes, una de cada tres empresas confirman una disminución de ingresos superior al 50%; igualmente, tres de cada cuatro manifiestan problemas de liquidez, y todo ello, a pesar de que cerca del 50% de las empresas han solicitado avales y ayudas).

Las empresas al inicio de la crisis han estado más centradas en superar la situación en el muy corto plazo y no tanto en el medio. A buen seguro intuyo que han sido pocos los Planes de Viabilidad que han pasado por las mesas de los gestores de riesgos de las Entidades Financieras para valorar las sanciones de los préstamos solicitados. Estoy de acuerdo que apremiaba la necesidad de inyectar liquidez para evitar situaciones de insolvencia, pero la ralentización de la salida y, en casos extremos, la parada de la actividad empresarial va a requerir abordar con inmediatez actuaciones adicionales al objeto de asegurar la continuidad de las compañías. El proceso -dirigido a afrontar los efectos de esta crisis- debe ser rápido, ordenado, proporcional y decidido, actuando en dos planos temporales. A corto plazo, disponer y ejecutar un adecuado Plan de Contingencia que garantice liquidez y viabilidad. Posteriormente, abordar el relanzamiento empresarial con la finalidad de adaptar el modelo de negocio y sentar las bases del crecimiento de la actividad.

Centrándonos en lo inmediato, procede tomar conciencia de la situación (actual y esperada) y abordar el Plan de Contingencia con medidas operativas, laborales, fiscales y financieras, encaminadas a mitigar el impacto financiero (caja) y patrimonial (pérdidas) en la compañía. A la vista de la estimación de ingresos, procedería la revisión/ajuste de los costes fijos y variables, así como la ejecución de acciones encaminadas a generar caja a (muy) corto plazo, proyectando la situación esperada acorde a las medidas implementadas. En paralelo, el Plan Financiero con las correspondientes acciones sobre el Balance: revisión de circulante; aplazamientos tributarios; desinversiones de activos non core; alternativas de financiación (sale&lease-back); reestructuración de deuda (moratoria/refinanciación); asimismo, sobre hipótesis de deuda sostenible vs no sostenible, valorar la incorporación de dinero nuevo bajo el formato de nueva deuda y/o nuevo capital (ampliación, incorporación de socios industriales y/o financieros).

Sin perder de vista el efecto de estas medidas, trabajar para volver a posicionar la compañía para que vuelva a operar con solvencia en un entorno muy diferente al previo de la crisis. Afrontar los retos que acechan, requiere plantearse actuaciones de mayor envergadura que a buen seguro, impactarán en la operativa y el actual modelo de negocio de las empresas (muchas de ellos en peligro si no se adecúan a los nuevos tiempos). El abordaje de nuevos mercados/clientes, la innovación y diferenciación resultarán esenciales para la reactivación. Sin olvidar la dimensión, factor clave de competitividad, considerando el crecimiento inorgánico (fusiones/adquisiciones) y la colaboración interempresarial, como estrategias de desarrollo.

Especial atención a la adecuación de las estructuras financieras a la curva de recuperación de los mercados. La situación creada ha propiciado un endeudamiento adicional en las empresas al igual que una mayor debilidad en las que por su delicada situación no han podido optar a ella.  Tanto en las primeras, como especialmente en las segundas, el sobreapalancamiento en un escenario de prolongación de la recuperación económica y caída de demanda pondrá a prueba su viabilidad, conduciendo a la activación de procesos de refinanciación para adecuar los niveles de deuda a su capacidad de repago y/o capitalización si no quieren acabar en situaciones concursales o, si los fundamentales de la empresa son sólidos, fomentando operaciones de M&A por consolidación a empresas más fuertes. 

Artículo de opinión publicado en El Diario Vasco el 12 de junio de 2020 (leer artículo).

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